Nuestro presidente, Octavio Uña, nos lo comunicó en un mensaje que nos cayó a todos como un duro golpe:
«Me es muy triste informar que, en la noche de ayer, falleció nuestro compañero y gran amigo Fermín Bouza, socio eminente de nuestra Asociación y catedrático de la Universidad Complutense hasta su jubilación en fechas muy recientes.(…) La ACMS acompaña de todo corazón a su familia en este momento de profundo dolor. Quiero dejar aquí inmediata constancia de la extraordinaria pérdida de quien fue gran persona, excelente profesor y distinguido escritor y poeta en lengua gallega, además de amigo sincero. La ACMS pierde hoy a uno de sus socios más extraordinarios, a quien debemos un trabajo continuo, pero silencioso, en favor de nuestra Asociación. Descanse en paz.»
Octavio Uña Juárez. Presidente de la Asociación Castellano-Manchega de Sociología
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«Ya nunca volveré a oír ese «¡Hombre, Bilbao, que alegría verle!» que siempre me dedicaba al verme aparecer en alguna cosa nuestra de esas de sociólogos, pero también de amigos y colegas, que manteníamos. Era tanto el aprecio, la admiración por él, arrasado he quedado, debo decir, era algo más, un maestro, un amigo, una roca firme, un faro. Hoy no puedo escribir»
Pedro A. García Bilbao. Socio Fundador de la Asociación Castellano-Manchega de Sociología
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Obituarios personales sobre Fermín Bouza:
Antón R. Castromil, en InfoLibre (30/10/2016) : Siempre adelante. A la memoria de Fermín Bouza
Conocí el profesor Fermín Bouza en el año 2000 cuando me incorporé como doctorando al Departamento de Sociología VI de la Complutense. De alguna manera, la llegada a Madrid desde la más cómoda Salamanca me resultó algo más fácil y familiar gracias a él.
Sabía de la procedencia de Fermín por su ilustre apellido. Su padre, Fermín Bouza-Brey, fue uno de los más grandes galeguistas. Gracias a su minucioso trabajo etnográfico la comarca de la que provengo –o Val do Salnés y la Ría de Arousa– es hoy una de las zonas de Galicia de las que conocemos mejor su pasado megalítico.
Fermín Bouza hijo, por lo tanto, no podía tener mejor carta de presentación. Puedo decir, con el paso de los años, que Fermín hizo de Madrid un lugar algo más habitable para mí.
Comencé a trabajar con él y quedé fascinado. Fermín era una de esas personas a las que no te cansas de oír hablar durante horas. Con esa fina retranca galaica y esa mirada melancólica con lluvia dentro. Innumerables fueron nuestras sobremesas en la Facultad de Ciencias de la Información junto al también profesor Juan Jesús González. Vaya tres. Ahora lo sé, fueron los años más felices de mi trayectoria académica.
Humilde y sencillo, por sus palabras transitaba parte de la historia viva de este país: la persecución franquista y su huida a Madrid, los recuerdos de su padre en la Rúa do Vilar de Compostela, las militancias maoístas de juventud y sus diferentes escisiones, el PSOE de Felipe González y Joaquín Almunia.
Pero más importante que todo ello: Fermín me enseñó a amar las cosas imprescindibles de la vida, como el Albariño y la lamprea. La risa con los amigos, las verdinas con calamares. A levantarme de la mesa cuando se presenta la injusticia, a ser intolerante con el sufrimiento humano. A vivir la Universidad como servicio público, a respetar la investigación científica y el compañerismo.
Pero, sobre todo, Fermín me enseñó una de las lecciones más importantes de la vida y que resume muy bien su filosofía vital. Ahora lo veo claro. Me enseñó “a no quedarme inmóvil / al borde del camino” como diría Benedetti y a seguir siempre “palante”, pase lo que pase.
Maestro, qué difícil va a ser seguir adelante sin ti.
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[El sociólogo y escritor gallego Fermín Bouza Álvarez falleció el 29 de octubre, a los 70 años de edad, en Madrid. Era autor del blog El voto con botas, que se publicaba en infoLibre]. Antón R. Castromil es profesor contratado y coordinador del Máster en Estudios Avanzados en Comunicación Política en la Universidad Complutense de Madrid
Manuel Ribas en El País 30/0ctubre/ 2016: Fermín Bouza Álvarez, el profesor pelirrojo y la luciérnaga.
El escritor murió este sábado en Madrid a los 70 años
Debería escribir: fue una derrota, y qué derrota, de la vida. Fermín Bouza Álvarez falleció este sábado, día 29, a la hora del crepúsculo, en un hospital de Madrid. Pero reviso sus escritos, su pensar valiente, lo veo levantarse en la memoria de este domingo que en Galicia huele a magosto, y tengo que organizar de otra forma el pesimismo. Él me ayuda. En un poema de Labirinto de inverno, habla de a flor do intre. La flor instantánea: “Balanceándose, más allá del tiempo”. Y habla de un punto de luz suficiente, como lo hacía Juan Rulfo de la luciérnaga en la mano de un indio para atravesar la noche.
Él ayuda. En el propio duelo, su recuerdo trabaja para la luz. Fermín Bouza está muerto, sí, pero es un muerto inconformista. Su obra, en libros, en bitácoras, en la transmisión oral del saber, constituye un campo de luciérnagas. En tiempos de herbicidas, puntos de luz resistentes.
Lo conocimos en 1975 en la facultad de Sociología de la Complutense de Madrid. Era un joven profesor pelirrojo, arbóreo, que transformaba el aula en un bullicioso taller de preguntas. Explicaba la ciencia demoscópica con humor anarquista y las utopías con una exigencia de ciencia crítica. El primer día recomendó dos lecturas: La estructura de las revoluciones científicas, de Thomas S. Khun, y Contra el método, de Paul Feyerabend. Tantos años después, ahí están vivos, esos libros, como peces. Porque el saber de Fermín, como profesor y después catedrático de Opinión Pública, también era agua: el líquido amniótico para la libertad y la emancipación social. Dos marcas que nunca abandonó.
En Santiago, como estudiante, había vivido intensamente la primavera de mayo del 68, que en Compostela estalló en febrero. El amigo Vicente Araguas lo define ya como “el hombre múltiple”. Actor en Nunca nadie muere nada, sobre textos de Hemingway, poeta y rapsoda, y activista muy comprometido contra la dictadura. Cuando el estado de excepción de 1969, la policía política lo buscó para detenerlo. Su padre, Fermín Bouza Brey, juez y gran poeta galleguista, represaliado por el franquismo, convenció a los sabuesos de que se había exiliado a Argentina. Fermín vivió escondido en Madrid. Y ese exilio interior, como él decía, se transformaría en hogar, compartido con Carmen Pena, historiadora del Arte, y el hijo Fermín, músico del grupo Correos.
Bouza publicó dos innovadoras novelas en gallego. En Memoria do diaño (1980) jugaba con el lenguaje cinematográfico, y en Longo voo de paxaro (1987), con el mundo del cómic, una de sus muchas pasiones. En castellano, Debate editó Las bodas secretas de Lilia (1991). Era muy autocrítico. Para él, su mejor creación era la poesía de Labirinto de inverno (Laberinto de invierno), y los críticos le dieron la razón: fue premio de la Crítica española en lengua gallega en 1990. Además de sus ensayos punzantes como libros o en revistas de ciencias sociales, colaboró en medios como El PAÍS, publicó durante años la bitácora El voto con botas y era miembro del consejo editorial de la revista gallega Luzes.
La política, no la subpolítica, fue su otra pasión. En las campañas electorales, sus predicciones tenían la calidad de un oráculo clásico. Era, por decirlo con precisión contradictoria, un observador comprometido. Como lo era a la hora de analizar la comunicación y los mecanismos de creación de opinión. En el fondo, su gran pasión era el lenguaje. Por eso su rebeldía era tan competente, sin sectarismo, construida con lexemas de simpatía.
El profesor pelirrojo nunca desconectó del principio de la esperanza. Llevaba siempre una luciérnaga en la mano.
Xurxo Melchor en La Voz de Galicia 01/11/2016 : Fermín Bouza, la reina y el aula 501
Fermín Bouza Álvarez (Santiago, 1949) falleció el pasado sábado en Madrid y confieso que he sentido su pérdida como si una parte misma de mi vida se hubiese marchado con él. Desconocía todo de él cuando fui su alumno de Opinión Pública en la Universidad Complutense. No sabía nada de sus obras tanto en gallego como en castellano y solo años después conocí que aquel PSOE todopoderoso de Felipe González recurría a su saber porque tenía fama de ser el que mejor se manejaba en los intrincados vericuetos de la sociología demoscópica. Aquel tipo pelirrojo, grandote y de vozarrón pausado enseguida nos cautivó. A mí y al grupito surgido en el aula 501 que se había mantenido unido por mucho más que los libros desde el inicio de la carrera. En él estaba la reina Letizia, que por aquel entonces era solo Leti y que comparte con el profesor compostelano una anécdota curiosa de la que tuve constancia tiempo después, cuando pasó a ser la prometida del por entonces príncipe Felipe. Una amiga común me relató que, fruto de un trabajo académico, Fermín Bouza conservaba una auto-entrevista de Letizia. Aquel inocuo documento cobraba un innegable valor histórico y él le pidió permiso para publicarlo. Ella se lo denegó y nunca más se supo.Fermín Bouza fue además el único profesor que me premió con una matrícula de honor. Fue en el último parcial de aquella maravillosa asignatura que era Opinión Pública. La media con las demás evaluaciones hizo que la nota final quedase en sobresaliente, pero admito que aquel examen es mi mayor éxito académico y que de alguna manera me unió para siempre a aquel profesor que tanto hizo para que aquellos jóvenes aprendiésemos a pensar por nosotros mismos. Siempre he creído que él puso muchos de los cimientos de la persona en la que me convertí cuando abandoné las aulas y que era alguien que me gustaba inmensamente más que aquel que había entrado.Cuando el periodismo me llevó a Vilagarcía aún me sentí más ligado a Fermín, porque enseguida supe que su familiar Fermín Bouza-Brey, historiador, etnógrafo y escritor, formaba parte de la historia grande de la capital arousana, a la que yo ya consideraré para siempre mi hogar. Y es que fue el tío de Bouza Álvarez el que tenía en su poder y el que entregó al Concello la carta puebla, el documento por el cual García de Caamaño fundó la ciudad el 12 de mayo de 1441. Pocas veces, yo diría que solo dos, volví a hablar con Fermín Bouza tras licenciarme. Ninguna de ellas pude decirle lo que su forma de enseñar había representado en mi vida y en la de muchos otros. Fermín Bouza se ha ido, pero su luz seguirá brillando en todos aquellos a los que nos iluminó.
El sociólogo gallego Fermín Bouza fallece a los 70 años
Hijo del intelectual Fermín Bouza-Brey, era profesor en la Universidad Complutense
31/10/2016 Faro de Vigo / El sociólogo y escritor gallego Fermín Bouza Álvarez falleció el pasado sábado a los 70 años en Madrid. Hijo del intelectual Fermín Bouza Brey, era catedrático de Sociología, especializado en Opinión Pública en la Universidad Complutense de la capital.
Nacido en Santiago de Compostela en 1946, a pesar de vivir en Madrid mantenía una postura marcadamente galleguista y escribió varias obras en este idioma, como Memoria do Diaño (1980), Longo voo de paxaro (1987), O tempo na auga (1985) o Labirinto de inverno (1990).
Las redes sociales se llenaron ayer de mensajes recordando su figura como profesor, analista o amigo. Además de numeroso alumnos, personajes públicos como Martiño Noriega o Manuel Rivas lanzaron mensajes de duelo. “Morreu Fermín Bouza Álvarez. Onte, 29, na hora do fusco, nun hospital de Madrid. Era luminoso e valente, un punto de luz cruzaba o escuro”, tuiteó el escritor. También el político Xavier Vence lo calificó como “estirpe xenerosa e lúcida” en la misma red social. Lo hicieron también numeroso periodistas con los que Bouza siempre colaboraba y compañeros de profesión.
El catedrático tenía un blog (“El voto con botas” ) donde compartía su opinión y en el que, en la última entrada, dejaba constancia de su delicado estado de salud- “Acabo de dejar la UCI, en la que sigue el PSOE”- sin perder su visión crítica.
La despedida a Bouza se celebra hoy, a las 10.20 horas, en el cementerio de la Almudena de Madrid, donde será incinerado.
Fallece el sociólogo Fermín Bouza
Era catedrático e hijo del intelectual Fermín Bouza-Brey
La opinión 30.10.2016 |
El sociólogo y escritor Fermín Bouza Álvarez (Santiago de Compostela, 1946) ha fallecido este sábado a los 70 años de edad. El hijo del poeta e intelectual Fermín Bouza-Brey residía en Madrid donde impartía clases en la Universidad Complutense, pero siempre próximo a Galicia.
Autor de obras como Labirinto de inverno, Longo voo de paxaro o Memoria do diaño, era Catedrático de Opinión Pública y colaborador asiduo de medios de comunicación.