Asociación Castellano-Manchega de Sociología

Francisco de los Cobos, Actualidad de Kropotkin


Cobos Arteaga, F. (2015), “Actualidad de Kropotkin. La conquista del pan y el apoyo mutuo en las sociedades postindustriales”, Tarín, A. (coord.), Miradas libertarias, Madrid, Los libros de la Catarata, pp. 74-101.
Introducción
En el tránsito de las sociedades agrarias a las industriales, la propuesta anarquista consistió en la autogestión de la vida desde los vínculos voluntarios y horizontales entre las personas. Mutualismo, cooperación, federalismo, apoyo mutuo y educación libre son los conceptos identificadores de un pensamiento teórico-científico y de praxis política que propugna la organización social sobre la base del rechazo de cualquier jerarquía y, de forma simultánea, luchar por satisfacer las necesidades materiales y las afectivas de los seres humanos. En esta dirección, con idea de tender un nexo entre la reflexión originaria y el presente, e intentar contribuir a un debate sobre cuál puede ser el papel de los movimientos libertarios en las sociedades postindustriales, se revisan dos obras centrales del anarquismo: la conquista del pan y el apoyo mutuo de Piotr Kropotkin.
Durante el siglo XIX, las mujeres y hombres que engrosaban el grupo de los “pobres industriales” padecían jornadas laborales interminables, el hacinamiento en barrios segregados, la desnutrición, la carencia endémica de salud, la falta de higiene, el alcoholismo y, pese a su breve paso por la vida, por el sufrimiento de su propia realidad. Para intentar eludir estas calamidades, los grupos de convivencia proletarios se vieron forzados a aceptar el llamado “salario familiar”, compuesto por un empleo manual masculino y otros secundarios femeninos e infantiles. Y, para sobrevivir, muchas mujeres se vieron abocadas a prostituirse o a la subyugación marital.
Los intentos para paliar o solucionar la pobreza industrial fueron complejos. El liberalismo, con su doctrina del “darwinismo social”, responsabilizaba al individuo débil e incapaz como único responsable de su condición y sólo atendía las carencias cuando se manifestaban como alteraciones del orden público. Por su parte, los católicos subrayaban la raíz moral y religiosa de los problemas de la nueva pobreza y postulaban que sólo la iglesia podía aportar la solución a través de la caridad. Hasta aquí, las diferencias. Liberales y católicos coincidían que no debía intervenirse en lo social –la
mano invisible y el orden natural, respectivamente, eran su consignas- pero, sobre todo, coincidían en perseguir cualquier tipo de autogestión obrera que intentase emerger. Otras corrientes de pensamiento promovieron loables iniciativas, que se ensayaron con mayor o menor éxito, e incluso en estos intentos hubo confluencias entre quienes participaban de concepciones de sociedad muy diferentes.
Para el anarquismo, el factor decisivo para la (r)evolución social es la reciprocidad en los vínculos sociales horizontales. Rotos los nexos entre las personas por el Estado y la Iglesia, estas instituciones adoctrinan que solo el poder tiene capacidad de paliar las adversidades. Como resultado de esta ofensiva pertinaz, para afrontar la vida se hizo imprescindible recurrir al poder sagrado y al que se ejerce armado sobre el territorio. Una vez confiada la solución de los problemas a estos patronazgos, por una parte, se generó dependencia con el poder –no con las personas iguales- y, de forma simultánea, individualismo o la convicción que cada uno puede y debe procurarse su propia felicidad, sin atender las necesidades ajenas. Ante estas estrategias del poder, el anarquismo originario confió en reconstruir las relaciones humanas recíprocas.
El trabajo que, ante sí, tienen las lectoras se dispone de la siguiente manera. Después de este breve prefacio, con atención a Francia por ser el país donde se dirimían las principales contiendas intelectuales de la época, la primera parte se ocupa de revisar las diferentes alternativas planteadas en el siglo XIX para lograr los bienes materiales. Prosigue el texto con el análisis de los vínculos sociales desde la perspectiva de Kropotkin y Reclus, con el contrapunto del estatismo científico de Durkheim y, esta primera parte, finaliza con la descripción del contexto social en el que fraguó el pacto estado-iglesia-organizaciones obreras no libertarias, merced al que se aseguraban protecciones básicas en el empleo masculino. La segunda sección está dedicada a trasladar, con la visión de las ciencias sociales, el pensamiento original anarquista a las sociedades postindustriales. En el siguiente punto de esta parte, a modo de ensayo, radica la aportación que pretende hacerse con este escrito. Por una parte, se describe el debilitamiento del vínculo social, como consecuencia de las políticas e ideologías basadas en el mecanicismo económico y, al mismo tiempo, se reivindican las luchas por el reconocimiento de los grupos que han sido excluidos de la sociedad o cuya
participación es limitada, luchas que Bakunin había apuntado como imprescindibles para lograr la libertad. El objetivo es reconocer a estos grupos para disponer de la mayor base social, sobre la que tejer vínculos solidarios horizontales, que permitan satisfacer de forma autogestionada las necesidades materiales y de mantenimiento de la vida. En su final, el trabajo presenta unas reflexiones, con la esperanza de suscitar un debate sobre estos temas.

 

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